martes, 12 de enero de 2016

Nuevas tecnologías: el vestuario digital está ganando una batalla

Las concentraciones ya no son las mismas de hace 15 años atrás. Ni hablar de los momentos íntimos de los planteles en diferentes deportes de hace más de 20 años. Todo cambió, todo se transformó en mundos monoambientes seducidos por las nuevas tecnologías enfrentando generaciones con particulares objetivos, ahora similares solamente dentro de las canchas.
Las revoluciones culturales forman parte del mundo desde hace siglos, pero en los últimos 10 años cambió más que en toda la historia. Playstations, redes sociales, smartphones, aplicaciones audiovisuales, caballeros de las tablets, mucho espacio tecnológico nuevo para tan poco orden.
¿Que habrá pasado en las concentraciones de Deportivo Mandiyú y Huracán Corrientes en las décadas pasadas?. ¿Imaginan a la dupla de basquetbolistas extranjeros John Bailey y Bernard Brown en el equipo del Club Córdoba de Liga B, chateando con Horacio Sotelo o Gustavo Müller?
Antes reinaba la cultura del mate, las revistas, las rondas de truco y las horas de paseos en cada viaje. Aquellos planteles que podían darse el lujo de tener partidas de ping-pong se sentían “de primera línea”.
El cuidado que debía tener cada entrenador era por los horarios de descansos y poder sancionar a aquellos que se escapaban de las concentraciones para zafar de tanta rutina y aburrimiento. Ahora se escapan digitalmente.Hoy existen fenómenos que sacuden lógicamente al fútbol, al básquet, al rugby o a cualquier deporte que convierte en viajes 2.0 cada salida a ruta. Se perdió la intimidad.
Carlos Trullet es de la época que mantiene las preguntas capciosas en los desayunos del plantel de Boca Unidos: ¿vieron como jugó Racing anoche? ¿el gol llegó por un error en el córner?. Si algún Sub 23 contesta o entiende lo que está hablando, ya lo siente como la batalla ganada ante los soldados zombies del whatsapp, el facebook o twitter.
El básquet profesional correntino tiene entrenadores de edades similares entre sí, en la línea media de estas generaciones. Nicolás Casalánguida y Sebastián González tratan de sacarle réditos a las tecnologías que invadieron a sus planteles. Un caso emblemático y particular atrapa al entrerriano Paolo Quinteros, jugador valioso por estas épocas y alejado de toda red social. Un bicho raro.
Según los especialistas, el debate moderno se centra en explicar como en los próximos cinco años, las comunicaciones cambiarán más que en los últimos 50. Quizás el deporte lo sufra. ¿Habrá “charlas” previas a cada partido por videoconferencias?.
El profesor Antonio Ambrosino expone una interesante definición en su obra La Cultura del Entretenimiento: “Por primera vez conviven en un mismo tiempo y espacio dos generaciones distintas, los de la Galaxia de Gutemberg y los de la Galaxia Digital. La primera creció con los libros como centro de su formación cultural y en el segundo grupo el aprendizaje consiste en una intersección fenomenal y simultánea de imágenes electrónicas, musicales, videoclips, MP3, videojuegos, internet y telefonía móvil”.
Las concentraciones en el deporte en su máxima referencia.
¿Cuáles son las consecuencias del moderno vestuario digital?. Salvo que alguno genere un torneo grupal de playstation, todos viven un mundo paralelo, solitario y poco sociable, solo aplazado por los momentos grupales: las comidas, los entrenamientos y las charlas técnicas. Los deportistas menores de 25 años desarrollan sus pulgares a cada hora, algo que encantaría a cualquier preparador físico si ese desarrollo implicase muslos, gemelos y pantorillas.
Estos juveniles 2.0 ya no interactúan con sus mayores en rondas de mates o pasando revistas. Incluso algunos conoces virtudes de jugadores (pierna hábil por ejemplo) por sus horas ante los juegos en red. Habrá que preguntarle a Pablo Suárez en sus épocas de juveniles en Mandiyú si valía un WhatsApp a Medrán o a Oddine para jugar a la play. Inimaginable.
Todo cambió, incluso los clubes hoy muestran orgullosos sus desarrollos de imagen e institucionales en las distintas redes sociales. Un jugador no puede escapar a eso. Hoy con twitter, face o instagram dominando la escena de cada concentración, sus hinchas y seguidores se enteran en tiempo real lo que sucede puertas adentro.
Hoy los entrenadores luchan con buscar la mejor forma de comunicarse y hacerse entender ante una generación dominada por los clicks, el chat y el dominio digital que ni siquiera soporta una charla de más de 20 minutos previo a cada partido.
Y hace años ya existen reglas en cada plantel sobre el uso y abuso de las redes sociales. Cambia, todo cambia.