El
12 de junio de 1988 cuando viajaba a Posadas para dirigir y un elenco nacional,
su avión cayó y lo convirtió en leyenda. Jugó y dirigió al SIC en su etapa los
gloriosos ’60 y ’70. Fue coach de Los Pumas en test match que marcaron época.
En Corrientes, pocos lo valoran.
El
único correntino en dirigir un seleccionado nacional. Con 29 años, el head
coach de Los Pumas más joven de la historia. Jugó y dirigió a Liceo Militar
siendo hombre clave de su ascenso en 1969. Entrenó al plantel superior del SIC
en las décadas de los ’70 y ’80, época de mayor brillo en la historia del club
sanisidrense. Dictó cursos por todo el país y fue recomendado a nivel mundial
disertando entre los máximos referentes del rugby internacional. Pensó una
filosofía que sigue marcando el camino del rugby y sus principios.
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Este
currículum envidiable pertenece al correntino Carlos Adolfo Villegas, conocido
por todos como “Veco”. El 12 de junio de 1988, cuando viaja hacia Posadas para
dirigir un representativo de Provincias Argentinas (que iba a jugar un match
ante Francia), su avión cayó y su vida pasó a ser “Por siempre su filosofía”,
artículo que lo llevó a quedar marcado a fuego con los principios del rugby y
que hoy muchos entrenadores y formadores lo sostienen como base de este
deporte.
Nacido
el 9 de febrero de 1945 en Corrientes, fue el mayor de cuatro hermanos y cursó
sus estudios (primarios y secundarios) en Corrientes y Salta. Se recibió de
bachiller en el Liceo Militar y luego de Ingeniero Industrial en la Universidad
Nacional de Buenos Aires, profesión que lo acompañó siempre junto al rugby.
En
los años 1960, la historia del rugby nacional buscaba sus primeras proezas.
Liceo Militar no escapaba a esa necesidad de comenzar un camino en “este
deporte de la ovalada” y el destino lo topó en el camino de Francisco
“Catamarca” Ocampo, quien reclutaba jugadores para jugar al rugby representando
al liceo y fue el mentor y maestro del “Veco”, marcando sus inicios en este
deporte “por su físico y actitud”.
El
correntino jugaba al fútbol, y como estaba prohibido en el Liceo, optó por el
disco y la jabalina. Con 12 años, Ocampo descubrió sus facetas y no dudo en
forjar su vida en el deporte de la “quinda”
En
Liceo y SIC, Villegas jugó en todos los puestos del pack de forwards. Era
completo, atlético, pero desde un primer momento supo que su razón en el rugby
se mostraba desde la enseñanza, el legado máximo que lo llevaría a Liceo
Militar a lograr el ascenso a la primera categoría en 1967 (con 22 años),
después estuvo durante 18 años al frente de los equipos del San Isidro Club
(siendo hasta hoy el entrenador campeón más joven en la historia del “zanjero”),
logrando 13 título en los torneos de la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA),
además de cinco subcampeonatos y un tercer puesto.
Por
su forma de ver el juego y sus logros obtenidos, fue convocado para dirigir a
Los Pumas formando dupla con su amigo personal Emilio Perasso. Lo hicieron
durante tres años (1974-1977) y allí lograron resultados importantes para el
seleccionado nacional de rugby.
En
una gira por las islas británicas perdieron ajustadamente con Gales (que venía
de ser el campeón del Cinco Naciones). Fue 19-20 la derrota consumada en el
último minutos con un penal del apertura galés. Año más tarde, igualaron en 18
con Francia en un test match jugado en Buenos Aires.
Era
un maestro del rugby. En 1980, “Veco” se convirtió en el único disertante de
habla hispana en el Congreso Mundial del Centenario del Rugby celebrado en
Cardiff. Allí estuvo tres semanas enseñando sobre este deporte, técnicas de las
formaciones y una filosofía que fue acunada por muchos entrenadores de grandes
potencias.
Su
muerte significó una pérdida muy grande para el rugby argentino. En ese avión lo
acompañaba su mujer María; sus cuatro hijos luego fueron adoptados por Carlos
Contepomi (padre de Felipe y Manuel, el Bebe).
Dejó legados como jugador, como entrenador y maestro. Un correntino que dejó su ciudad natal para ser parte de todo un
deporte nacional que hoy lo recuerda de la mejor manera y no olvida su paso.
Una leyenda.
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