lunes, 20 de diciembre de 2010

Moratorio, equitación y leyenda

Una historia que trasciende tiempos, protagonistas y capítulos podría pertenecer al correntino Carlos Alberto Moratorio. Deportista y militar que supo erigir su historia repleta de reconocimientos, premios y logros desde sus principios en la litoraleña localidad de La Cruz (un 10 de noviembre de 1929) hasta sus finales en la ciudad de Tandil (el pasado 7 de marzo), lugar de sierras pampeanas elegida para escribir su capítulo final.
Este jinete le dio a la equitación una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Tokio 1964, un título en el Campeonato Mundial de Burghley (Inglaterra) en 1966 y fue reconocido con el Olimpia de Oro (1964) y recibió el Premio Konex de Platino (1980).
Por eso y mucho más, Carlos Moratorio ahora recibirá el Premio Olimpia del Bicentenario (junto a otras glorias del deporte argentino), pero bien vale recordarlo y poner en escena sus logros.

Muchos honores para una disciplina que trasciende fronteras especiales y que necesita siempre de un “binomio” para no claudicar en sus objetivos y sueños.
Montado a Chalán reconstruyó de manera perfecta el concurso completo (adiestramiento o doma, resistencia en cross country y saltos) de la prueba de tres días en sus la campiña inglesa de Burghley. Y ese título mundial logrado con 36 años pudo confirmar la medalla plateada alcanzada en Tokio dos años antes, la única obtenida por la equitación en la historia olímpica argentina.
Estuvo muy cerca del oro, más allá de realizar y una prueba final de saltos sin errores pero que no le alcanzó para superar (64.4 puntos contra 56.4) al italiano Mauro Checcoli, dueño del lugar más alto del podio.
Moratorio llegó al umbral de los deportistas argentino por otro gran logro: fue tapa en la revista El Grafico del 20 de enero de 1965 (edición Nº 2363) con el destacado “deportista del año”.

Pero el capitán Moratorio formó una gran dupla con su querido alazán Chalán, compartiendo los logros Campeonato Sudamericano de Prueba Completa en Brasil (1962) y sumaron la medalla de bronce en los Panamericanos de San Pablo.
Dejó su legado a su hija Carla y se dedicó a enseñar. Aguantó hasta los 80 años y ahora es leyenda. Este “correntino de ley” era coronel retirado y un orgullo del Ejército Argentino, institución que aportó la mayor cantidad de jinetes a la historia del hipismo nacional.
Ese fue Carlos Alberto Moratorio, ahora en el lugar que ocupan las glorias argentinas y se suma a Carlos Delia y Hugo Arrambide en el pedestal del hipismo “albiceleste”.

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