José María nos dejó a los 78 años y sus últimos días los pasó en su querida La Plata, ciudad adoptiva. Nació en la ciudad de Mercedes, en el interior de la provincia de Corrientes el 21 de septiembre de 1931 y dejó una trayectoria amplia como jugador y como entrenador.
Brilló en Boca Juniors (llegaba de Estudiantes de la Plata), donde fue marcador central y jugó un total de 103 partidos entre 1962 y 1966.
Recio zaguero central, correntino, su campaña de 16 temporadas en Primera incluyó 236 partidos (151 para Estudiantes y 85 para Boca). Como director técnico, su mayor suceso fue el título del Nacional 70 con los "xeneizes".
Todos hablan de sus títulos como jugador (con Boca en los campeonatos de 1962, 1964 y 1965) y que aquella época lo anunciaban como “un marcador duro, fuerte, férreo que eran impasables”, pero en sus tierras también dejó un legado.
Como manager trajo a Corrientes a Gastón Sessa, Diego Capria, Fabián Fernández, Andrés Gaitán, entre otros y para “exportación” tuvo a su cargo a Alfredo Villegas, Juan Landaida y Julio Marinilli, mostró los primeros pasos de Diego Ortíz, Diego Pérez y Oscar “Tagüe” Fernández y siempre recordaba cuando “encontró” a Luis Alfonso cuando un Sub 18 de Huracán enfrentó al representativo de Santa Helena (Chaco).
En el plantel superior, reemplazó a Humberto Zuccarelli en el Clausura 2007 para sacar a Huracán Corrientes de una racha negativa. Su primer partido al frente del “azulgrana” fue en abril (8va. fecha) y rescató un empate 1 a 1 con Gimnasia de Jujuy. La victoria llegó de visitante, 2-1 con Lanús, el “granate” que le despertaba emociones.
Ese fue José María Silvero, “un quebracho puro”. Nos dejó un “grande”, de esos que hicieron historia como jugador y DT. Un correntino que forjó su camino en la historia del fútbol argentino del mejor nivel.
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